La inteligencia artificial revoluciona la experiencia del viajero

  • “Organiza un viaje para conocer Cantabria de dos días”. “¡Claro!. Te puedo ayudar a organizar un viaje para conocer Cantabria en dos días. Aquí te dejo una posible ruta: Día 1:..”

La respuesta de ChatGPT parece tener sentido. Aun así, me doy cuenta de que he caído en esa forma de pensar que tengo tan interiorizada tras decenios usando un buscador en internet para todo. He preguntado aquello que supongo que puede encontrar fácilmente. Seguro que hay guías de viaje, páginas de oficinas de turismo o suplementos dominicales que recomiendan cómo conocer Cantabria en un fin de semana. Y eso es lo que he buscado.

Pero decido darle una vuelta de tuerca y ser bastante más específico con lo que necesito. A ver qué pasa… “En realidad son 4 días. Vamos en avión a Bilbao el miércoles por la mañana y volvemos también desde Bilbao el sábado por la noche. Además, tenemos planificada cena el viernes en un restaurante en Villaverde de Pontones. Reorganiza el viaje”.

“¡Genial”. Con cuatro días hay mucho más tiempo para explorar Cantabria. Aquí te propongo una posible reorganización del viaje: Miércoles:…”

¡Eso ya es otra cosa!. Esta respuesta no podía estar en ninguna página web estándar. Es una necesidad muy particular. Mi necesidad. De miércoles a sábado. Empezando y acabando en Bilbao. Con una escala inamovible el viernes. Y la respuesta ha sido igual de específica y rápida.

Como no conozco Cantabria no sé si puedo fiarme de la propuesta. Así que mi siguiente pregunta es: “Estima el tiempo para los desplazamientos en coche y de cuánto tiempo disponemos en cada parada”. Y, por supuesto, la respuesta incluye todo los detalles: kilómetros y tiempos para cada trayecto, horas para visitar los pueblos y ciudades, margen para disfrutar las comidas… ¿Cuánto tiempo me habría costado preparar un itinerario así?. En realidad, he obtenido una propuesta coherente en cuestión de minutos.

Habitualmente el acceso a nuevas tecnologías ha estado limitado a aquellas empresas que disponen de presupuesto y recursos para invertir en ellas. Al principio, de mucho presupuesto y muchos recursos. Con el tiempo esas tecnologías (ya podemos tacha la palabra “nuevas”) se “democratizan” y se ponen al alcance de empresas más pequeñas para que también puedan aprovecharlas. En ese momento han dejado de ser una ventaja competitiva para ser ya algo que necesariamente todas deben utilizar. Sin embargo, en este caso, nos encontramos en una situación distinta.

Las grandes empresas están pensando, planificando, proyectando de la forma tradicional en utilizar la inteligencia artificial para mejorar sus procesos y ofrecer soluciones innovadoras. La están aplicando en el análisis de big data, detectar tendencias, optimizar precios, segmentar clientes e, incluso, acelerar el desarrollo de sus aplicaciones y muchas otras cosas.

Pero también para automatizar tareas que, hasta hace nada, requerían a personas que transformasen ideas y conversaciones y documentos informales en pulsaciones de teclado y movimientos de ratón para que las aplicaciones pudieran aprovecharlas. Todo esto aún requiere desarrollo. Y, por lo tanto, tiempo y presupuesto.

El gran cambio con la aparición de la IA en estos últimos meses ha sido que su potencial está también disponible para pequeñas empresas y clientes finales. Sin tener que invertir en grandes y costosos proyectos para implantarla. Es tan simple como tener imaginación.

Con imaginación y herramientas gratuitas (o, si quieres ir más rápido, por el módico precio de una suscripción a cualquier canal de series de vídeo) cualquiera puede tener acceso a herramientas que le permiten cambiar la forma de pensar y decidir. Ya no hay que buscar qué web o app resolverá un determinado problema. Tenemos al alcance de nuestras manos un asistente que puede ayudarnos en todas esas tareas pequeñas (o grandes) decisiones de nuestro día a día. Incluso activando y controlando por voz y desde ese móvil que llevamos siempre con nosotros.

Porque la IA no solo puede aplicarse a procesos internos, sino que puede y debe ponerse al servicio del usuario final. Y todo eso no es futuro. No hablamos de ciencia ficción. Es una auténtica realidad desde hace unos meses.

Y para las empresas en general, y para las turísticas en particular, lo importante es estar ahí. Que nuestros servicios puedan aparecer en esas recomendaciones que da la IA. Que al planificar un viaje nos permita encontrar vuelos, hoteles, experiencias, coches de alquiler y cualquier otro servicio de forma sencilla y rápida. Para que pueda organizarlo de forma coherente. Que al salir del hotel a las siete de la tarde en una ciudad que no conoces puedas preguntar qué puedo hacer por la zona. En qué restaurante, acorde a mis gustos y presupuestos, podría cenar. Y, por supuesto, que pueda reservar cualquiera de esos servicios al momento y desde la misma conversación.

Ese es el próximo paso que no podemos perder de vista: es necesario interactuar con los sistemas de inteligencia artificial más allá de la simple recogida de información. ¿Podemos permitirnos no estar ahí?. ¿O dejamos el terreno para otros?.

Hoy en día ya hay empresas turísticas invirtiendo en proyectos para integrar los sistemas de reservas y los de atención al cliente con las conversaciones de sistemas tipo ChatGPT. La gran ventaja es que con proyectos bien seleccionados se pueden conseguir grandes resultados para el negocio, además de experiencia, con inversiones de tiempo y recursos muy razonables.

La Inteligencia Artificial abre ahora la puerta a nuevas posibilidades de aplicación a las que hasta ahora no podían llegar las soluciones informáticas. Con treinta y muchos años de experiencia en el desarrollo de software para el sector turístico, estoy convencido de que va a ser la próxima revolución. Si estáis considerando dar el siguiente paso en esta dirección, estoy a vuestra disposición para ayudar a identificar e implementar aquellos proyectos con mejor retorno de la inversión.

Joan Carbonell

Consultor tecnológico y de innovación.

https://joancarbonell.com